Manuel Jesús Segado-Uceda
Una vez que nos internamos en la calle Comisarios, perpendicular a la calle Alonso Coello y conectada con la calle Cristóbal Colón (calle que asciende desde la iglesia), nos encontramos con un elemento singular dentro del entramado urbano de Arjonilla. Cobijada en el interior de una enorme hornacina y apoyada sobre un basamento pétreo, hallamos una cruz de forja de grandes dimensiones.
Antaño la cruz estaba esculpida en piedra, pero fue sustituida por la que podemos ver en la actualidad, llevada a cabo por los hermanos herreros Pérez Bejarano, a finales de 1989. Esta cruz de forja fue inaugurada el domingo 8 de octubre de 1989, después de la Fiesta Mayor en honor a la Virgen de las Batallas. A ella acudieron las autoridades civiles y la eclesiásticas, siendo bendecida por el antiguo párroco D. Ángel Simón.
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Cruz de la calle Comisarios |
En la elegante fachada elaborada con ladrillo, donde domina la verticalidad, nos encontramos un arco de medio punto realizado a base de sillares de piedra. Este se apoya sobre sendas pilastras en cuyo fuste se alterna el ladrillo y el sillar. Además de que en las pilastras hallamos un capitel pétreo de orden dórico, como curiosidad señalar que, también se encuentran labradas sobre piedra sus respectivas basas, algo que podría deberse, quizá, a la posibilidad de que el monumento se hubiese realizado en piedra en su origen.
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Basa de pilastra |
Sobre este cuerpo se apoya un frontón triangular que está coronado por tres pináculos, elementos decorativos que fueron añadidos durante las reformas que sufrió el monumento en el siglo XIX, concretamente en el año 1882, (como así lo indican las cartelas de piedra que flanquean al arco). En los pináculos se puede leer la siguiente inscripción: "AÑO DE 1611".
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Frontón triangular y pináculos con inscripción |
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Pináculos que coronan el frontón y detalle de la inscripción. |
Esta fecha de 1611, fue una malinterpretación de la trascripción del texto, hoy apenas visible, que encontramos en el basamento sobre el que se apoya la cruz, en el que se puede apreciar inscrito:
“…Luis de Aguilera Ba()ela Año de 1671”.
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Cartelas que flanquean la hornacina y que datan las reformas de finales del XIX |
Este monumento barroco está erigido a la memoria de Luis de Aguilera Valenzuela, asesinado de un disparo. El joven era hijo de D. Luis Díaz de Aguilera, quien fuera regidor de Arjonilla ocupando la vara de alcalde por estado Noble.
La tradición oral ha ido perpetuando a lo largo del tiempo que este monumento se había construido en el lugar donde murió "por un tiro" el hijo de un alcalde de Arjonilla. Y según la documentación histórica parece que así fue.
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Basamento de la cruz con la inscripción “…Luis de Aguilera Ba()ela Año de 1671” |
Además, ligada a este lugar, encontramos una leyenda que forma parte de la cultura arjonillera. La leyenda de "El fantasma de la Calle Comisarios". La tradición transmitida de generación en generación nos habla de la presencia de un asombro(1) que merodeaba esta calle antiguamente. Según esta leyenda, después de sembrar el terror entre los vecinos del lugar, el alcalde, ante las quejas de la gente, dio consentimiento de abrir fuego contra el supuesto asombro; y en cuanto tuvieron la ocasión, así lo hicieron. El asombro fue abatido por un disparo, y este resultó ser un hombre que se ocultaba bajo unas sábanas blancas, provisto bajo ellas de la luz tintineante de un candil. La lámpara tenía como misión dotarle, durante la noche, de un aura luminosa extra, similar a la de “un espectro”. Además este llevaba atada a su pierna una ristra de hierros y cadenas que en el silencio de la noche producían un característico sonido que atemorizaba a los que vivían en la zona.
Lo realmente sorprendente fue lo que se encontraron al quitar la sábana para ver la identidad del fantasma. Y es que el asombro no era otro que el hijo del alcalde de Arjonilla quien, según la leyenda, había sugerido abrir fuego sobre el espectro que merodeaba la calle.
Leyenda o realidad, lo cierto es que esta actividad de fantasmas de "sábanas blancas" ha sido llevada a cabo a lo largo de gran parte de la geografía española durante siglos. Y no se debía a otra cosa que a una artimaña para ahuyentar a los vecinos del lugar, con la intención de poder llevar a cabo encuentros secretos entre amantes, en muchas ocasiones bajo adulterio.
(1) El término “asombro” se refiere a la forma de denominar
en Arjonilla a una aparición espectral.